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Según el Instituto Nacional del Cáncer, casi el 40% de la población recibirá un diagnóstico de cáncer en algún momento de su vida. Esta incidencia tan apabullantemente alta revela el papel tan predominante que tiene esta dolencia en la mente colectiva de la sociedad. Todos hemos conocido de primera o segunda mano a alguien que ha padecido cáncer.
Gracias a la evolución tecnológica en medicina, la esperanza de supervivencia de muchos tipos de cánceres ha mejorado significativamente. Las técnicas médicas que se usan en oncología son la radioterapia y la quimioterapia.
Este artículo hablaremos de la radioterapia y también te contaremos los potenciales efectos secundarios de la radioterapia. ¿Has oído alguna vez que la radioterapia provoca cáncer? En este artículo te aclaramos cuánto hay de verdad en esta creencia generalizada. ¡No te lo pierdas!
La radioterapia es un tratamiento que utiliza la radiación, como los rayos X, gamma o de electrones con el fin de incapacitar las células cancerígenas, frustrando la propagación del cáncer por el cuerpo y, eventualmente, erradicándolo.
Aunque la radioterapia haya avanzado mucho para reducir el daño colateral que inflige en el cuerpo humano, existe cierta mala fama y temor en lo que respecta a su aplicación. Si bien es cierto que la radiación no solo afecta negativamente a las células cancerígenas, sino a las sanas también, la ciencia ha estudiado y optimizado los tratamientos de radioterapia, por lo que ya no son tan invasivos.
La radioterapia funciona emitiendo ondas de alta energía que inciden directamente sobre las células cancerígenas dañando irreversiblemente su ADN. No las destruye directamente, pero paulatinamente provocan su muerte y su incapacidad de reproducirse incluso meses después de terminada la radioterapia.
Una de las ventajas de la radioterapia es que es un tratamiento local, ya que la radiación solo se focaliza en la parte del cuerpo donde subyace el cáncer. Así pues, solo se verá afectada un área en concreto, y no el cuerpo entero. En cualquier caso, las células normales sí van sanando después de la radioterapia.
Dependiendo de varios factores como pueden ser el tipo de cáncer, su tamaño y del estado general de salud del paciente, podrá optarse por aplicar un tipo u otro de radioterapia.
Estos son los tipos de radioterapia que existen:
Es el tratamiento prescrito con mayor frecuencia para tratar el cáncer. Se utiliza una máquina de grandes dimensiones y ruidosa para cubrir con rayos radioactivos la ubicación del tumor desde fuera. Esta máquina no toca el cuerpo en ningún momento, pero los rayos sí atraviesan un área concreta del cuerpo. Así pues, no afecta únicamente al tumor, sino a todas las zonas del cuerpo anterior y posterior de forma transversal.
Entre los tipos de rayos que se emplean en radioterapia externa podemos encontrar los rayos de fotones, los rayos de partículas y los rayos de electrones. El tratamiento se distribuirá en sesiones a las que el paciente deberá asistir las veces por semana que convenga el médico oncólogo.
En este tratamiento se introduce quirúrgicamente un implante radiactivo en el interior del cuerpo del paciente, lo más cerca posible del tumor de forma temporal o permanente. De esta forma, la radiación no afectaría a una zona entera del cuerpo, sino a un área muy localizada compuesta mayormente de células cancerígenas.
Distinguimos dos tipos de radioterapia interna: la de alta dosis (HDR) y la de baja dosis. En la primera, un aplicador que irradia ondas radiactivas muy potentes se coloca cerca de las células cancerígenas durante un cuarto de hora. Esto puede repetirse varias veces al día, y nunca se deja el implante dentro del cuerpo.
En la radioterapia de baja dosis se dejan estos implantes radiactivos, pero menos potentes, varios días en el cuerpo. Si el implante es muy pequeño, permanecerá en el cuerpo para siempre. Estos dejarán de ser radiactivos por completo en un par de meses.
Es por estos posibles efectos que algunas personas temen tanto a la radioterapia, y no es de extrañar. No obstante, no todo el mundo padece los mismos síntomas, ni con la misma gravedad. Igualmente, como ya hemos comentado, la radioterapia cada vez se va volviendo más localizada y precisa y, por ende, mucho menos destructiva.
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